Aplausos y abrazos grandilocuentes para una resolución que pareciera poner fin a la Guerra Fría en el continente, pero que en la práctica lo único que hace es venir a reemplazar la indigna decisión de 1962. En mi opinión, la OEA ha anulado la expulsión de Cuba como miembro, aunque condicionará su eventual reingreso a los mismos peros -utilizados como excusa- por los que Estados Unidos y sus aliados se habían negado ciegamente durante décadas a la reincorporación de La Habana. De hecho, lo que la OEA escribe en el primer punto de la resolución, lo borra con el codo en el segundo. Estos son:
1. Que la Resolución VI adoptada el 31 de enero de 1962 en la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, mediante la cual se excluyó al Gobierno de Cuba de su participación en el Sistema Interamericano, queda sin efecto en la Organización de los Estados Americanos.
2. Que la participación de Cuba en la OEA será el resultado de un proceso de diálogo iniciado a solicitud del Gobierno de Cuba y de conformidad con las prácticas, los propósitos y principios de la OEA.