¿Cómo llegó a la fotografía?
Eso fue bastante casual. Yo fui a trabajar en la revista Carteles a los 12 años, porque una de las directoras de las revistas que se editaban allí me conoció, y me dijo que para qué estaba estudiando, que mejor me fuera a trabajar con ella para que aprendiera un oficio. Que yo podía estudiar en la noche, ya que lo más importante en la vida es aprender un oficio. Ahí entré a la revista Carteles, y al año y pico de estar ahí, la revista cambio de dueño, para beneficio mío, porque llegó Carlos Fernández como director artístico. Me vió ahí, con 13 años, y me preguntó que hacía ahí. “Bueno practico dibujo, explanaje" que era como se llamaba el diseño antes. Y él me dijo, “ven que te voy a enseñar fotografía”. Ahí empecé esto.
¿Por qué comenzó a retratar a la gente pobre de Cuba?
Pues, como no permitían publicar fotografías a la gente que no era colegiada, a nosotros nos dejaban hacer uno o dos trabajitos al mes. Y bueno, teníamos que inventar trabajos, para poder competir, y llevar cosas agradables. Yo salía por las calles de La Habana a hacer fotografías, para después ponerles texto. Así empecé. Por eso tengo fotos como esa del Martí con los ojos tapados, del 57, la del Chori, la de Anselmo, en quien se inspiró Hemingway para hacer El viejo y el mar. Anselmo era un verdadero pescador, que yo lo conocí en su cabaña.
Y en eso triunfó la revolución.
Nosotros pertenecíamos al Movimiento 26 de Julio, porque en la revista Carteles se confeccionaba la versión clandestina del periódico Revolución. Ahí se revelaban las fotos que venían de la sierra y hacíamos otras cosas. Así nos incorporamos a la causa de la revolución.
¿Usted se relacionó con los otros fotógrafos emblemáticos de la revolución, como Korda y Salas?
Sí, porque toda esa gente venía de la revista Carteles, excepto (Osvaldo) Salas que venía de Nueva York. Yo ahí conocí a Guillermo Cabrera Infante, Caín, a Carlos Franqui, que eran compañeros míos de trabajo. (Raúl) Corrales venía de (la agencia de publicidad) Siboney y llegó a trabajar en la revista Carteles. Yo ahí hacía mis reportajes. De todo este grupito realmente salieron los fotógrafos de la época épica, de la década del 60. Ahí está Korda (Alberto Díaz Gutiérrez) y está Mayito (Mario García Joya), que se incorporó un poco después.
Pero a diferencia de ellos, usted retrató la revolución durante un período más extenso.
Realmente así ocurre. Claro, empieza la institucionalización de la Revolución, empiezan a oficializarse las cosas, y a mí lo que realmente me gustaba era el reportaje. Yo salí mucho con Fidel, pero cuando salía de viaje por el interior de Cuba. Por eso yo tengo las fotos de él con Sastre. Tengo las de la Crisis de Octubre: era el único periodista cubano que estaba ahí con (Anastas) Mikoyan. Cuando se conoce la muerte de la esposa de Mikoyan, Fidel se conmueve con él, y en medio de una discusión le dice “mañana te veo”, y al otro día Fidel lo lleva a Pinar del Río, un poco para aliviarle la presión, me imagino. Yo eso lo publiqué y además lo escribí. Yo he hecho muchos reportajes, y eso fue lo que seguí haciendo. Por eso yo me voy para la Lucha Contra Bandidos, porque yo pedí hacer reportajes y me pareció que era un hecho muy importante que estaba ocurriendo en Cuba. Por eso pido permiso y me voy para allá con Norberto (Fuentes). Después me metí en la Lucha Contra Piratas. Me fui dos meses con la Columna Juvenil del Centenario, me inscribí en una microbigrada para construir un edificio, pero no para que me dieran un apartamento, sino porque yo quería hacer un libro. De hecho fue el primer libro de fotografías que se publicó después del triunfo de la Revolución. Después me fui para Angola, y también tengo una muy buena colección de los cubanos luchando allá. Y también tengo una colección muy buena de los balseros.
¿Cuál de todos estos reportajes diría que es la clave de Ernesto Fernández?
Mira, esta misma pregunta me la hizo un periodista inglés y me quedé pensando. Porque ahora, el 26 de este mes, yo inauguro una exposición en Santa Clara de fotografías que, para mí, son las más importante del mundo. Durante 1959, hubo un congreso católico y trajeron a la capital a la Virgen del Cobre, y la pusieron en la Plaza de la Revolución. Eso era con antorchas, con todo, lleno de cosas, precioso. Y yo salí con mi cámara y una película de 160 ASAS, que había sacado recién la Kodak, y yo me dije "voy a tomar esto con luz ambiente, como salga, todo aquello de noche". Llegué a la plaza completamente llena. En ese momento llegó Fidel y se robó el show completo. Esa colección cumple 50 años este 26, y voy aprovechar una actividad que hay en Santa Clara, para hacer la primera exposición sobre eso. Esa creo que esa es una de las cosas que más me ha gustado de todo lo que he hecho, incluyendo la guerra.
Más de Ernesto Fernández en (1) y (2).