Luis Pavón Tamayo, señalado como el artífice del llamado “quinquenio gris” y como uno de los censores en Cuba en los 70, falleció el pasado sábado 25, a los 83 años en La Habana. Pavón, quien fue director Verde Olivo, la revista de las Fuerzas Armadas, y presidente del Consejo Nacional de Cultura, entre 1971 y 1976 (instancia que después pasaría a ser el Ministerio de Cultura), fue acusado de haber encabezado una campaña para vetar a algunos intelectuales y artistas, como José Lezama Lima y Virgilio Piñera, muchos de ellos por su condición de homosexuales.
Revuelo causó en algunos círculos su aparición en 2007 en la televisión cubana —en el espacio Impronta, dedicado a rescatar la obra de personalidades de la cultura nacional—, y especularon con el regreso de algunas de las prácticas de ese “quinquenio”, en esos primero meses de la gestión de Raúl Castro, tras el retiro de Fidel. Pero nada de eso pasó. Sólo fue una histeria, luego llamada la “guerrita de los emails”.
Curiosamente el fallecimiento de Pavón no ha sido publicado por ningún medio relevante, ni en Cuba ni en el exterior, y todas las informaciones divulgadas se han remitido al blog Libreta de apuntes del escritor Norberto Fuentes, que fue quien divulgó la noticia. El silencio sobre el deceso de Pavón llama la atención considerando su relevancia en las décadas de los 60 y 70 en el ámbito cultural de la isla.
Luis Pavón, quien nació en Holguín el 31 de marzo de 1930, participó en la lucha clandestina contra Batista. Estudió Leyes pero se dedicó al periodismo. Trabajó en varios medios escritos cubanos como Norte, Verde Olivo, Cuba, Bastión, Granma, Bohemia. Fue profesor de la Escuela de Periodismo de las Fuerzas Armadas entre 1967 y 1969. Publicó varios libros de poemas y dos novelas policíacas. Y fue miembro fundador de la Unión de Periodistas de Cuba.
Pese a las palabras y los litros de tinta que se emplearon durante las últimas décadas en su contra, Pavón nunca salió a responder ni a defenderse, ya que entendía —según algunos cercanos— que había hecho lo que le correspondía hacer y eso era acatar las decisiones del Comandante en Jefe, Fidel Castro. Pero no se limitó a eso. Pavón fue un gestor cultural y estuvo detrás de la carrera de no pocos, como el cantautor de Silvio Rodríguez, desde sus tiempos como conscripto, y fue un pluma ágil para pulir los escritos de Ernesto Guevara en Verde Olivo. No por nada el Che decía de él que era “el comandante de las letras revolucionarias”.
Precisamente fue Norberto Fuentes uno de quienes ‘sufrió’ la mano de Pavón. En septiembre de 1968 una crítica no firmada en Verde Olivo sobre Condenados de Condado fue el comienzo de los años grises de Norberto. El propio Fidel Castro había exigido a Pavón que destrozara el libro de cuentos de Fuentes con el que había ganado el Premio Casa de las Américas a comienzos de ese año. El director de la revista hizo la crítica, pero —para desagrado de Fidel— no arrasó con el texto, sino que dejó la puerta entreabierta para el regreso de Norberto. Dicho y hecho, Pavón fue clave en la reincorporación de Fuentes a la primera línea de literatura cubana y quien le encargó una nota que a la postre terminaría convirtiéndose en el libro Hemingway en Cuba.