jueves, 25 de septiembre de 2014
Treinta miradas de un
Lezama Lima íntimo y desconocido
El escritor cubano José Lezama Lima (1910-1976) no era muy dado a dejarse fotografiar. De hecho, la gran mayoría de las fotos que se encuentran en internet, corresponden al autor de Paradiso y Dador detrás de una mesa, durante una conferencia, en algún evento público o como mucho en su estudio. Ya por eso resulta llamativa la exposición del fotógrafo cubano Iván Cañas “Lezama inédito”, que acaba de abrirse al público en la Universidad del Claustro de Sor Juana, en Ciudad de México, porque muestra al poeta, novelista y ensayista en la intimidad de su casa o posando en el Paseo del Prado en La Habana. En esta entrevista con Cañas (La Habana, 1946), quien salió de Cuba en 1992, cuenta cómo y cuándo tomó las 30 fotos que componen su muestra, la cual ya fue exhibida en Miami en 2010 con motivo del centenario del nacimiento de Lezama Lima.
¿Cuándo tomó esas fotos?
En 1969 y en 1970. Las primeras fueron dentro de su casa, en la intimidad familiar, con su esposa… Tú sabes que él era gay, o sea, un gay de clóset, pero él estaba casado. Al año siguiente fui otra vez y logré sacarlo de la casa y fuimos al Museo de Artes Decorativas, que tiene un jardín muy lindo, muy lleno de vegetación. Ahí iba con otra ropa, con un traje, porque en las primeras fotos sale con una guayabera. Y la segunda vez también lo saqué caminando, a dos cuadras de su casa, al Paseo del Prado, un lugar muy emblemático de La Habana.
¿Cómo era como modelo, para las fotos?
Era un hombre que no le gustaba posar, no le gustaba la fotografía. Lo que pasa es que yo le caí bien. Hay muy pocas fotos de ese tipo, de la intimidad.
¿Para qué tomó esas imágenes de Lezama Lima?
La primera vez yo fui a su casa con mi maestro, que era el pintor Raúl Martínez, para mostrarle la maqueta de un libro de fotos, un ensayo fotográfico, sobre la vida del hombre común en Cuba (que años después se publicaría con el nombre de El cubano se ofrece). Con la ayuda de mi maestro, armamos un libro con unas 50 fotos. Hicimos una maqueta del libro, antes de llevarlo a imprenta, que quedó preciosa porque el mismo Raúl la diseñó, y cuando la tuvimos lista, me dijo: “Vamos a llevársela a un amigo mío”. Yo conocía a Lezama Lima de nombre, desde luego. Era una gloria, sobre todo de la literatura underground, porque no tenía cobertura en ese momento. Raúl me dijo “es una persona muy culta y vamos a ver qué opina del libro” y fuimos a su casa. Yo llevaba la cámara arriba y, estando ahí, parece que le caí bien al hombre. Vio el libro y le gustó mucho, el no sabía mucho de fotografía, pero bueno, nos atendió muy cordialmente. Como había un buen ambiente le pregunté: “Maestro, ¿le puedo hacer unas fotos?”. “Pero sí, muchacho, haz lo que tú quieras”, me respondió. Entonces lo empecé a mover por la casa con la que fue su nodriza y con la esposa, y tomé fotos de ellos tres, de él solo sobre todo, de él con los cuadros que le habían pintado sus amistades.
¿Y la segunda ocasión?
Inexplicablemente, porque Lezama Lima ya estaba censurado, me mandaron de la revista Cuba a hacer unas fotos de él, para un reportaje para la agencia Prensa Latina. Al principio pensé que nunca se habían publicado, pero sí se llegaron a publicar unas cuatro o cinco fotos de esa segunda visita.
¿Cómo surgió la idea de hacer la exposición?
Los negativos de la primera visita eran míos, desde luego, pero los de la segunda no sé cómo me pude quedar con ellos. Pasó el tiempo, pasaron 40 años y un amigo en La Habana que me había guardado los negativos, me mandó un correo donde me decía: “Iván, dentro de cuatro o cinco meses va a ser el centenario de Lezama Lima” que había ido cogiendo un perfil mundial. Le encontré toda la razón, y me puse a buscar en mi archivo. Mi amigo me dijo “revisa las fotos porque son muy buenas”. Habían estado varios años en su casa, guardadas, y efectivamente me di cuenta que había fotos interesantísimas. Así fue como les plantee a los organizadores de la Feria internacional del Libro de Miami la idea de montar una exposición, les gustó la idea y se hizo la primera exposición. Le puse “Lezama inédito”, porque realmente eran fotos que no se conocían prácticamente en ningún lugar del mundo.