lunes, 25 de agosto de 2008

Una patada de decepción

Enojado por el supuesto robo de que fueron víctimas los atletas cubanos en los Juegos Olímpicos de Beijing, y en especial por el caso del taekwondoca Angel Valodia Matos, Fidel Castro escribió un comentario donde muestra -a pesar de los elogios a los deportistas isleños- su decepción por las escasas medallas de oro obtenidas en la capital china. "Hay deportes donde el arbitraje está muy corrompido y nuestros atletas luchan contra el adversario y el árbitro" destacó y afirmó que "vi cuando los jueces les robaron descaradamente las peleas a dos boxeadores cubanos en las semifinales".

Así habló del episodio de Matos, en momentos en que el "árbitro le suspendió el combate cuando estaba ganando tres a dos". El deportista, que obtuvo medalla de oro en Sydney en 2008, "asombrado por una decisión que le pareció totalmente injusta, protestó y lanzó una patada contra el árbitro". Por esta conducta tanto al deportista como a su entrenador fueron castigados con una sanción de por vida con la que no podrán competir en certámenes internacionales. "Para nuestro atleta de taekwondo y su entrenador, nuestra total solidaridad", lanzó Fidel (un comentario que discrepa con la nota oficial de la dirección de la Delegación Cubana que afirmó que, "independientemente de que hubiese sido injusta la decisión, nada justifica la agresión al árbitro").

Pero el ex Presidente cubano también hizo una autocrítica al reconocer que "nos hemos dormido sobre los laureles". Por eso llamó a revisar "cada disciplina, cada recurso humano y material que dedicamos al deporte. Debemos ser profundos en los análisis, aplicar nuevas ideas, conceptos y conocimientos".

En estos juegos en la capital china, los atletas cubanos sólo consiguieron dos medallas de oro (junto a 11 de plata y 11 de bronce) por lo que quedaron en la 28ª posición. Queda así muy lejos el resultado obtenido en Barcelona 1992 cuando fueron el quinto mejor país del mundo, con 14 preseas doradas. Se trata de la peor participación cubana desde los juegos de México 1968, cuando sólo lograron cuatro medallas de plata y se estaba en el comienzo del despegue deportivo isleño.