En ella enfrenta las afirmaciones que se han hecho de que los cambios ministeriales realizados sacan cuadros fidelistas y ponen a elementos raulistas. Fidel Castro sostiene que “la mayoría de los que fueron reemplazados nunca los propuse yo. Casi sin excepción llegaron a sus cargos propuestos por otros compañeros de la dirección del Partido o del Estado. No me dediqué nunca a ese oficio”. Pero después sostiene que los cambios del lunes sí le fueron consultados. “Los nuevos ministros que acaban de nombrarse fueron consultados conmigo, a pesar de que ninguna norma obligaba a los que los propusieron, a esa conducta, ya que renuncié hace rato a las prerrogativas del poder. Actuaron sencillamente como revolucionarios auténticos que llevan en sí mismos la lealtad a los principios”.
Más adelante echa algo de luz de lo que parecen ser las razones de algunas de las destituciones. Fidel dice supuestamente de Lage y Pérez Roque que: “La miel del poder por el cual no conocieron sacrificio alguno, despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno”. Y a continuación lanza un mensaje al aquel exterior deseoso de entenderse con la Cuba de Raúl. “El enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos”, escribió.
Con este nuevo comentario Fidel pareciera aclarar que él aún no es pasado. Que buscará seguir activo. Y que al él nadie lo saca de la partida de juego, porque aún es un peón vivo en el medio del tablero que en cualquier momento llega al fondo y se transforma en reina.