Heberto Padilla y Norberto Fuentes junto a Nancy Pérez Crespo, en los primeros días de exilio del autor de Hemingway en Cuba. |
La noche del martes 27 de abril de 1971, en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), Padilla se presentó ante los allí reunidos y lanzó su ya famoso mea culpa. Se trataba de una escena armada y urdida, donde la mayoría de los presentes sabía el papel que debía jugar. El autor de Fuera del juego había estado desde el 20 de marzo detenido, acusado de actividades contrarrevolucionarias. Llegó hasta ahí y lanzó una perorata reconociendo su culpa por sus escritos críticos de la realidad cubana. Sin embargo, en su camino fue embadurnando a otros creadores como la poetisa Belkis Cuza Malé -su esposa-, Pablo Armando Fernández, César López y José Yañez.
Las noticias de la autocrítica de Padilla llegaron más allá de las fronteras y estallaron en escándalo y confusión, y un nutrido grupo de 62 escritores y artistas aprovechó el momento para acusar al gobierno cubano de haber llevado adelante una práctica estalinista contra los intelectuales, y para romper definitivamente con la Revolución Cubana. Si bien Padilla nunca volvió a ser el mismo y su estrella se fue apagando (murió en Alabama, el 24 de septiembre de 2000), su caso sigue siendo objeto de discusión y controversia.
El viernes pasado, 6 de julio, empujado por diversos factores, el escritor Norberto Fuentes hizo pública por primera vez la transcripción oficial y completa de esa noche, no la versión diezmada que entonces salió al mundo. El propio Fuentes fue uno de los implicados por Padilla y uno de los protagonistas de esa noche. Pero el autor de Condenados de Condado y que desde 1968 había vivido como un escritor proscrito precisamente por ese libro de cuentos, no era de aquellos que tenía un libreto bien aprendido. No. Fue el único que rechazó las acusaciones de Padilla y se proclamó revolucionario contra viento y marea. En opinión de algunos de sus amigos que recién vienen a conocer esos detalles, Norberto se lanzó en una actitud casi suicida contra el entramado edificado ahí, donde recibió ataques de colegas, autoridades, funcionarios y de la Seguridad del Estado.
Sin mayores comentarios Norberto Fuentes desclasificó en su blog y en su sitio web este documento esencial de lo que bien podría pasar a llamarse el "caso Padilla-Fuentes". El escritor uruguayo Angel Rama escribió en Literatura y clase social que si hay un "caso Padilla" "con igual razón habría que hablar de un caso estrictamente paralelo, el 'caso Fuentes' (...). Es explicable también, a la inversa, el silencio sobre el 'caso Fuentes': no era utilizable por la Guerra Fría porque él se declaraba revolucionario".