lunes, 24 de febrero de 2014

Muere el general Pascual Martínez Gil


De izquierda a derecha: el coronel José A. "Lingote" Blanco, Pascual Martínez Gil,
Antonio de la Guardia y José Abrantes. En Nicaragua, durante el primer
viaje de Fidel Castro, en julio 1980. Foto propiedad de Norberto Fuentes.

Fiel a su estilo, en lo que se refiere al pasado y nombres incómodos, el gobierno cubano tiró un manto de silencio sobre el reciente fallecimiento de Pascual Martínez Gil, general del Ministerio del Interior y jefe de las Tropas Especiales, quien llegó a ser viceministro primero del Minint pero que fue condenado a 12 años de prisión en 1989. Su caída en desgracia se produjo en el marco de la Causa N°2, el proceso que llevó al desmantelamiento del Ministerio del Interior que entonces encabezaba José Abrantes, y que estuvo vinculado estrechamente a la Causa N°1, el juicio por supuestos delitos de narcotráfico que terminó con el fusilamiento, entre otros, del general Arnaldo Ochoa y el coronel Antonio de la Guardia.

Al frente de las Tropas Especiales y de la Seguridad Personal, le correspondió acompañar a Fidel Castro en la mayoría de sus viajes al extranjero en la década de 1970 y hasta 1989, y cumplió misión en Angola donde sufrió severas heridas al activar una mina anticarro en los combates contras las fuerzas sudafricanas. La misma acción le costó la vida al general Raúl Díaz Argüelles. Martínez Gil era conocido como un militar muy laborioso, con una reputación a base de trabajo y golpes audaces, y considerado como un cuadro emblemático del Minint de esos años.

En 1989, al conocer la sentencia en su contra, Martínez Gil lanzó una frase que aún resuena: “El mayor castigo es no poder volver a estrechar la mano del Comandante en Jefe”. Una clara muestra de un hombre que fue forjado por la Revolución, que era de la confianza del propio Fidel, que siempre acató sus órdenes y que no sabría, tras su condena, cómo reaccionar cuando fue señalado como un enemigo.

Según fuentes que conocieron de su deceso, Martínez Gil, de 71 años, presentó malestares a pincipios de la semana pasada, por lo que fue atendido en el famoso Hospital Cimeq, donde se atiende la alta nomenclatura cubana. Falleció pocos días después y a los familiares se les indicó que mantuvieran la discreción y que realizaran una ceremonia muy íntima, "que no era necesario armar espectáculos". Muy pocas personas asistieron a su entierro, que se llevó a cabo al parecer el miércoles. Martínez Gil deja a su esposa y a un hijo en Cuba, y a una hija que está en Estados Unidos.


Martínez Gil durante la Causa N°2 y el proceso contra Abrantes.