Con su padre biológico, el día de su primera boda, en 1973. |
Con un pasaporte cubano y acompañada de su hija llegó a La Habana, el domingo, Alina Fernández Revuelta, la hija extramatrimonial pero reconocida de Fidel Castro. Fue un viaje tan sorpresivo como inesperado, ya que la mujer, que ha vivido los últimos 21 años en Estados Unidos como una ácida y ferviente crítica del régimen que instaló su padre en Cuba, decidió volar hasta la isla ante el grave estado de salud de su madre, Natalia Revuelta, de 88 años. Así lo aseguraron a La Tercera varias fuentes con altos contactos en Cuba y con vínculos de amistad con Fernández.
Según esas versiones, el jueves de la semana pasada, Revuelta, quien tuvo una relación amorosa con Fidel Castro en 1955, estaba duchándose en su casa del Nuevo Vedado, donde vive sola, cuando se cayó y se golpeó la cabeza. Pensó que no había sido nada, se reincorporó y se arregló para salir. Sin embargo, cuando iba caminando, el dolor en la cabeza aumentó y la fiebre le subió. Fue llevada al prestigioso centro médico Cimeq, pero luego trasladada a la llamada “Clínica de 43”, donde fue internada. Tenía un coágulo en el cerebro, por lo que fue operada. En forma paralela comenzaron los frenéticos intentos por contactar a su hija Alina, en Miami, algo que sólo se logró el sábado. Ante la gravedad de la situación de su madre, tomó el primer vuelo disponible a La Habana, la mañana del domingo.
Fernández nació en marzo de 1956, fruto del romance entre Castro y Natalia Revuelta. En esos años, Revuelta, una mujer que deslumbraba por su belleza, vivía cómodamente y estaba casada con un afamado cardiólogo, Orlando Fernández, con quien tenía una hija. Pero estaba muy interesada en la política, gracias a lo cual conoció a Castro y quedó embarazada de él. Eso ocurrió antes de que Castro partiera a México, donde preparó su regreso a bordo del yate Granma.
Tras el triunfo revolucionario, su ex esposo y su primera hija, Natalí, partieron rumbo a Estados Unidos. Muchos años después, en 1993, en medio del Período Especial tras la caída del bloque socialista europeo y el fin de la Unión Soviética, hizo lo mismo Alina. Era impensable que la hija del Comandante en Jefe, que en ese tiempo estaba dedicada al modelaje y cuyos escándalos estallaban a cada momento, le permitieran dejar el país y sumarse al exilio. Por eso lo hizo disfrazada, con una peluca y con un pasaporte falso, rumbo a Madrid. Todo financiado por la revista Paris Match y con la ayuda, entre otros, de su amigo de infancia Osvaldo Fructuoso. Se instaló en Estados Unidos y en 1997 publicó el libro Alina. Memorias de la hija rebelde de Fidel Castro, que le costó una millonaria demanda de su tía, Juanita Castro -quien vive también exiliada en Florida-, por las descalificaciones en contra de sus abuelos Angel y Lina. Fernández (de los siete hijos reconocidos de Fidel Castro es la única mujer) se sumó a los sectores más radicales del anticastrismo y comenzó a participar en diferentes programas de radio.
Durante todos estos años, nunca completó sus trámites para obtener la ciudadanía estadounidense, razón por la que viajó a La Habana con un pasaporte cubano vigente. Sólo en mayo pasado y frente al cambio de las leyes migratorias cubanas impulsado por el gobierno de Raúl Castro, declaró en una entrevista con la agencia española Efe que tenía “la sensación y el instinto” de que “todavía” no era el momento de viajar a la isla. “No quiero tener problemas. A estas edades (58 años) una es menos aventurera (...). Me da mucha pena, porque mi madre está mayor (...) y ver a tu madre y querer hacer algo por ella es una ley de la naturaleza, es algo visceral”.
Es conocido que Fidel Castro le mandó a decir a Alina Fernández que era libre de volver a Cuba cuando lo quisiera. Y Raúl Castro ha sido un firme partidario de los reencuentros en su familia, tanto así que facilitó durante años los viajes de la primera esposa de Fidel, Mirta Díaz-Balart, desde España a Cuba, para reunirse con su hijo “Fidelito”, y visitó el sábado pasado a Natalia Revuelta para enterarse de su situación. De cualquier forma, la noticia del viaje de Fernández demuestra la capacidad del gobierno cubano para movilizar al exilio de Miami con una noticia que con seguridad estará en boca de esa ciudad durante algunas semanas.