viernes, 25 de julio de 2008
Veinticuatro meses
Hace dos años comenzó el capítulo más reciente de la Revolución Cubana. El de la ausencia de Fidel Castro. El 26 de julio de 2006 el líder cubano realizaba sus últimos discursos y apariciones públicas antes de caer gravemente enfermo por una complicación intestinal. Desde ese momento hasta ahora han surgido todo tipo de teorías, conjeturas y rumores. Que estaba en la fase terminal de una enfermedad. Que era un ensayo para la transición política en Cuba. Que volvería dentro de poco a tomar las riendas del poder y que no las soltaría hasta estar frío en el traje de madera. Pero sólo demostraron ser ciertas aquellas proyecciones que apuntaban a una enfermedad grave pero no con desenlace inminente. Aquellas que sostenían que Fidel no volvería al poder y que iniciaría el traspaso de sus funciones en vida para evitar mayores traumas. Y que Raúl Castro conduciría de ahí en adelante el curso del país. En estos 24 meses Fidel se ha preocupado de mostrar su presencia, de establecer líneas, de mantener ciertas cuotas de influencia (sigue siendo el primer secretario del Partido Comunista de Cuba) y de refunfuñar sobre alguna decisiones, aunque sin resistirlas del todo.