Filiberto Castiñeiras
Ex coronel MININT
Se cumplen 35 años de aquel día que estremeció a Chile y al mundo. Un cruento golpe de Estado contra un gobierno establecido acorde a los lineamientos democráticos que existían en el austral país. Era Chile en aquel entonces la bandera democrática de lo que se podía ser, contraria a la teoría de Fidel Castro, una revolución sin violencia.
En La Habana todos los mecanismos que de una forma u otra seguían paso a paso el desarrollo de los acontecimientos en Chile estaban en estado de alerta. Fidel había partido días antes para un largo viaje que incluía Vietnam. Abordó el IL-62 soviético con la percepción de que no estaba lejano el momento en que se desataría la violencia. Muchas eran las informaciones que le habían llegado a través de la Dirección General de Inteligencia y de los oficiales de la Dirección de Liberación, esta última dirigida por Manuel Piñeiro, que trabajaban desde dentro de Chile en contacto con los distintos partidos políticos. La intentona del "tancazo", del 29 de junio, había sido la confirmación de lo que podía suceder. Había alertado a Allende de distintas maneras pero el Presidente seguía confiado en la justeza de su accionar sin avizorar la traición. “En Chile no pasa ná”.
Ante la inminencia de los hechos, Fidel ordenó reforzar el trabajo de apoyo en todas las direcciones. En Tropas Especiales se designó un pequeño grupo de altos oficiales para reforzar el mando del personal que ya estaba en Chile para la protección de la embajada y que, además ayudarían a los máximos dirigente de los partidos de la unidad popular, fundamentalmente el PC y PS, y a sus aparatos militares, en la revisión y confección de los planes de acción.
En la embajada cubana en Chile, desde el mismo momento del restablecimiento de las relaciones diplomáticas y con vistas al viaje que realizaría Fidel Castro a ese país en 1971, se había conformado lo que se llamo el Grupo Mixto, que tenía a su cargo la protección de la embajada y sus instalaciones, así como la seguridad personal del embajador. Los oficiales mejor preparados de esta tropa, podrían asesorar también a los miembros del GAP y de los distintos partidos.
El Grupo Mixto fue llamado así por la composición no clásica de una unidad de combate. Tres escuadras de alrededor de 15 hombres cada una reforzadas con ametralladoras RPK y lanzacohetes RPG. Todos con su correspondiente abastecimiento de municiones y una reserva suficiente para que cada funcionario de la embajada pudiera convertirse en un soldado más ante cualquier situación. Al frente de este primer grupo se designó a Manuel González Silverio, entonces Jefe de Operaciones de las Tropas Especiales.
El personal para la nueva misión fue escogido entre aquellos con mejores condiciones físicas y con mayor experiencia militar. Se elaboró un intensivo plan de preparación, haciendo énfasis en las practicas de tiro con todo el armamento, incluido el tiro con lanzacohetes desde el interior de habitaciones para valorar sus consecuencias. El grupo contaba también con un médico y un enfermero con su correspondiente equipamiento.
Todos cumplieron con las tareas para las que estaban destinados. Todos sin excepción estuvieron listos a la hora del combate. Patricio de la Guardia se hizo cargo del mando militar de todo el personal. Claro que subordinado a los requerimientos del embajador Mario García Inchaustegui, diplomático de profesión, digno y corajudo hombre. El Grupo Mixto estaba preparado aquel martes 11 de septiembre. Todas las posiciones de defensa de la embajada habían sido tomadas y la protección personal del embajador reforzada. Las columnas de marcha de los vehículos y el personal que saldría en apoyo del Presidente cuando este lo solicitara, estaban listos. La adrenalina, a flor de piel. La respuesta inmediata y contundente ante el primer amago de ataque a la embajada hizo saber a qué se tendrían que enfrentar.
Una primera llamada al Presidente Allende informándole de la disposición del grupo para acudir en su apoyo o en la dirección que él indicara obtuvo respuesta negativa. Allende no quería involucrar a los cubanos en una lucha entre chilenos, y Fidel había dejado claro que cualquier acción se ejecutaría solamente con la autorización de Allende. Una segunda llamada ya avanzada la mañana obtuvo la misma negativa. El resto de la historia ya ha sido contada de diversas maneras. En todas ha quedado siempre de manifiesto la hidalguía y valentía de un hombre honesto que creyó en sus ideas, que confió cándidamente hasta en quienes podían ser sus enemigos y entregó su vida dejando con ello el inmenso respeto del mundo ante su nombre. Hoy Chile vive nuevos rumbos. Desanda nuevos caminos con la experiencia y el ejemplo de quien supo ser su Presidente.